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Serie Alquimia
Parte IX
Aparecido en la Revista „Paracelso“ Número
Noviembre 2005 (Pagina 12-17)
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“El imán del filósofo” - Transmutación
alquímica del antimonio
Mediante la transformación alquímica, por ejemplo
la transmutación del elemento antimonio, emerge un remedio
significativo – para la opinión actual este proceso
parece imposible pero ahora ha sido entendido en la Universidad
de Munich. Nadie lo creía, pero ¡los alquimistas estaban
en lo cierto!
Ulrich Arndt
“De entre todos los minerales, el antimonio contiene el
mayor y más fuerte Arcano (remedio). Se purifica a sí mismo
y al mismo tiempo a cualquier otra cosa que sea impura. Además,
si no hay nada sano dentro del cuerpo, transforma el cuerpo impuro
en uno puro, lo cual ha sido probado en casos de lepra.” De
esta forma Paracelso elogia el extraordinario poder curativo del
antimonio (Sämtliche Werke, vol. III, Aschner-edition, p.
151). Informes como este impulsaron a investigar la preparación
de remedios alquímicos como el antimonio en la Facultad
Médica de la Universidad de Munich. Actualmente el antimonio
como metal es transformado mediante un proceso en el laboratorio
alquímico, lo cual fue investigado en el marco de un doctorado.
En la medicina actual, puede que a causa de su toxicidad, el antimonio
es utilizado mayoritariamente en dosis muy pequeñas y solamente
como vomitivo. Nunca nadie pensó minimamente que una transformación
real de los elementos podría ser posible.
La verdadera razón para “producir
oro”
La alquimia ha sido grabada en la memoria de la humanidad como “el
arte de hacer oro”. En los diccionarios se han enfatizado
las tentativas inútiles de los curanderos medievales por
conseguirlo. Esta transmutación significa la transformación
de un elemento químico estable en otro elemento (los inestables,
los elementos radioactivos se degradan por sí solos en el
curso de siglos o milenios y por lo tanto se transforman a ellos
mismos en otro elemento). En la física moderna, estos procesos
de transformación artificial sólo son posibles con
la ayuda de partículas aceleradoras y utilizando grandes
cantidades de energía y sólo se pueden llevar a cabo
con una cantidad pequeña de átomos seleccionados.
Sin embargo en la Alquimia, la transformación por ejemplo
del plomo o el mercurio a oro se considera posible y es en realidad
la prueba del arte supremo de un alquimista. Cualquiera que tenga éxito,
también podrá producir el remedio supremo de la Alquimia, “la
piedra filosofal”. Así esta “prueba del metal” – en
verdad es lo más espectacular – prueba que un alquimista
tiene realmente el arcano más alto a su disposición,
y que no da a sus pacientes ningún otro elixir menos laborioso
y por lo tanto menos caro.
A pesar de ello, la transformación del oro no fue examinada
en la Universidad de Munich. Con el procesamiento del antimonio,
según las instrucciones del laboratorio alquímico,
los médicos, sin pretenderlo, evidenciaron que en principio
una transformación alquímica de este tipo es posible.” La
desaparición del antimonio después de la extracción
no ha sido clarificada”, resumió como resultado de
su doctorado, el Dr. David Schein. Con esta observación
objetiva él evita hábilmente cualquier insinuación
de asombro absoluto de los científicos frente a este proceso:
esto en realidad significa el derrumbe del conocimiento científico
actual al respecto de los elementos químicos inalterables.
Además, en el espectacular proceso llevado a cabo, según
las instrucciones del Dr. Schein del antiguo laboratorio alquímico,
el venenoso mineral de antimonio, similar al arsénico, se
convierte en un remedio no venenoso. Con este hecho, las recetas
e informes antiguos sobre curación de Paracelso y Basilius
Valentinus, fueron confirmados de forma asombrosa. Se diferenciaron
mucho de la medicación de antimonio utilizada para curar
en los últimos siglos. Debido a la buena reputación
de que disfrutó Paracelso, los tan elogiados remedios de
antimonio fueron distribuidos rápidamente, pero el conocimiento
del procesamiento alquímico correcto, se fue olvidando cada
vez más y los curanderos simplemente vendían agua
de antimonio tóxica. Este uso incorrecto de los remedios
llevó a que, a mediados del siglo XVII, los graduados en
universidades médicas tuvieran que jurar que nunca usarían
compuestos de antimonio o mercurio. Sin embargo, en 1666 esta prohibición
fue revocada otra vez y se recomendó mantener solamente
las dosis lo más bajas posible. Sólo unas cuantas
personas sabían todavía cómo procesar completamente
los remedios de antimonio no tóxicos.
Una fórmula de curación
redescubierta
En 1978, en el marco de su doctorado en el campo de la medicina,
David Schein quiso examinar la verdad del contenido de antiguas
instrucciones para la producción de remedios alquímicos
de antimonio de forma práctica. “¿Fue una sustancia
antigua y altamente curativa olvidada?” se preguntó a
sí mismo ante muchos textos médicos antiguos que
hablaban de asombrosos éxitos médicos, debido al “cristal
puntiagudo”, nombre que también se le daba al antimonio
debido a su forma externa en aquel momento. De hecho, la aplicación
de antimonio como remedio ha sido tradición durante miles
de años. En el siglo XVI a.C. en el “Papiro de Eber” se
afirmaba que los compuestos de antimonio podían utilizarse
con éxito en las enfermedades de los ojos. En el primer
siglo a. C. los doctores Romanos también lo utilizaron para
las úlceras; y en la Edad Media además fue recomendado
para tratar hemorroides, heridas, fístulas, cánceres
de piel, lepra y otros males.
Por primera vez, Paracelso describió la aplicación
interna del antimonio de una forma alquímica, sin embargo,
debía ser “liberado de su toxicidad”. Describió el
procesamiento del antimonio junto con un remedio universal para
la purificación del cuerpo de “toxinas”. De
la misma manera y forma en que el antimonio acaba siendo oro (en
el sentido de purificación), el cuerpo también será perfecto.
En realidad contiene la Esencia, que no deja que nada impuro se
mezcle con lo puro” (Vol. III, p. 151). Paracelso se refiere
aquí a una característica asombrosa del antimonio:
si se añade a una mezcla de metales fundidos, se asociará con
el contenido de oro y se separará de los metales “impuros”.
Debido a que el antimonio aparentemente “se come” y “extrae” de
los metales preciosos, también fue llamado “el lobo
de los metales” o “el imán del sabio” en
tiempos antiguos. Esta aparente fuerza mágica del antimonio
también ejerce un efecto similar en el hombre. Según
el procesamiento alquímico, también separa lo “puro” de
lo “impuro” y conduce lo “enfermo” (en
el sentido de las “toxinas” depositadas, los productos
metabólicos residuales y los agentes causantes de enfermedades)
fuera del cuerpo. Según Paracelso, el aceite de antimonio,
que suministra junto a la quinta esencia de los bálsamos
(melissa), es el más intenso: “...igualmente el Antimonio
sublimado, calcinado, reverberado y añadido al aceite, entonces
date cuenta de la enorme utilidad, gran poder, gran virtud, y rápido
efecto que revela y prueba” (Vol. III, p. 243). El aceite
de antimonio “... será prescrito en Quinta Essentia
Melissae” (Vol. III, p. 151).
En su doctorado, David Schein trabajó según la fórmula
del alquimista Basilius Valentinus, quien llegó a ser muy
conocido por su escrito “Triumph-Waggon del Antimonio”,
publicado en 1604. Al principio, las instrucciones parecían
muy simples aunque laboriosas: primero el mineral de antimonio,
que consiste en una mezcla de diferentes óxidos de antimonio,
especialmente de sulfuros, se calienta ligera y lentamente hasta
que no haya vapor (debido a los vapores altamente tóxicos,
los alquimistas principiantes ¡No deberían reproducir
este proceso sin una bomba de vacío!). Entonces debe fundirse
con cristal. Este cristal puede adoptar cualquier color del espectro
y Basilius Valentinus y Paracelso lo vieron como un signo de que
el antimonio contiene todas las cualidades. Dependiendo del procesamiento
que se realice, el antimonio también podría utilizarse
como un tipo de remedio universal para todas las enfermedades.
De hecho, el Dr. Schein logró producir cristal de antimonio
de color rojo, amarillo, naranja, verde, marrón, gris, blanco
y negro variando partes de los diferentes óxidos y sulfuros
del antimonio.
Valentinus recomienda utilizar sólo el cristal de antimonio
de color dorado para seguir con el procesamiento. Después
de enfriarse, debería molerse el cristal de antimonio muy
fino. A continuación, sobre el polvo obtenido, se vierte
muchas veces vinagre concentrado hasta que el color sea rojo-amarillo.
Entonces el polvo se moja con agua de lluvia destilada 144 veces
y, mediante destilación, se separa de ésta otra vez.
Llegados a este punto, el producto resultante tiene – según
Valentinus – un extraño gusto dulce, lo cual también
ocurrió en el caso del procesamiento del Dr. Schein. Finalmente
el polvo se empapa con alcohol. Primero el líquido se vuelve
negro y en su superficie todos los colores del arco iris relucen
de nuevo, y después se vuelve rojo. El líquido que
ha aparecido es una tintura de antimonio que ahora es adecuada
para la aplicación interna.
Componentes orgánicos desconocidos
La descripción de la producción parece muy simple –dura
muchas semanas-, sin embargo, contiene muchos peligros. Aunque
Basilius Valentinus fue muy preciso en comparación con otros
escritos alquímicos, hoy en día el lenguaje antiguo
y los códigos simbólicos son un estorbo suficiente
para su simple realización. Por encima de todo, según
el nivel de conocimiento actual en química, ciertos pasos
de la producción son considerados simplemente impracticables
o no razonables. Por ejemplo, la reacción descrita por Basilius
Valentinus sobre los componentes del antimonio con el ácido
acético y el alcohol es imposible según la opinión
actual. Por ello, el Dr. Schein estaba preparado para llevarse
sorpresas desagradables y fue una gran sorpresa para él,
que todas estas reacciones químicas “imposibles” en
realidad tuvieran lugar en la forma en que estaban descritas. Él
sólo tuvo que seguir las antiguas instrucciones de forma
precisa – lo cual prueba otra vez la observación tan
precisa que los alquimistas hacían de la naturaleza y su
asombroso gran conocimiento.
El Dr. Schein sospechó que calentando y fundiendo el antimonio
en cristal, la estructura física y espacial así como
la disposición de las moléculas, el metal tóxico
cambia, y ésta es la razón por la cual las reacciones
químicas desconocidas se convierten en posibles. Mediante
esto puede adoptar nuevas características. Al mismo tiempo,
sin embargo, admite: “Hay un fenómeno cuya esencia
no puede ser entendida con la ayuda del conocimiento actual.”
Finalmente el médico pudo confirmar la no toxicidad de los
componentes resultantes, ya que “las tinturas de antimonio
no son químicamente entendidas ni como un compuesto de antimonio
ni contienen antimonio disuelto”. En cambio son complejos
compuestos orgánicos, que todavía no han sido examinados
en detalle. Éstos probablemente surgen de reacciones desconocidas
del vinagre y del alcohol, ambos de origen orgánico, y el
antimonio actúa como una especie de catalizador.
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El orbe imperial
simboliza el antimonio, es sostenido por Saturno, el cual vela
por las fuerzas terrestres de los metales (de Isaak Hollandus:
Hand des Philosophen” (La Mano del Filósofo)). |
Respecto a esto, es asombroso que en el curso del procesamiento
alquímico, el contenido tóxico del antimonio en la
sustancia sólida que queda se ha reducido en un 60% y la
parte que falta tampoco se halla en las tinturas extraídas.
Así las sustancias sólidas contienen un 31% de antimonio
puro antes de la extracción en alcohol, y después
del procesamiento sólo contiene un 11%. Pero el extracto
en sí mismo no contiene nada en absoluto de antimonio puro.
Por lo tanto tiene que haber sucedido una transmutación
del elemento. Los alquimistas eran muy conscientes de esta transformación: “Así principalmente
el antimonio no es nada más que un veneno puro, y no un
veneno menor, flojo y suave, si no un veneno altamente noble, de
arriba abajo, incluso el mayor veneno mediante el cual se pueden
matar hombres y animales,” avisa Basilius Valentinus en su “Triumph-Waggon
del antimonio” y continúa: “Después del
procesamiento de cristal puntiagudo uno no puede ya encontrar el
veneno, ya que el antimonio debe ser transformado completamente
mediante el arte de la espagíria (el procesamiento de laboratorio
alquímico) y un remedio debe surgir del veneno.”
El poder curativo del antimonio
Desafortunadamente, David Schein no pudo investigar también
el efecto curativo real de las esencias de antimonio en el marco
de su doctorado. Su conclusión es la siguiente, “queda
demostrado que todas las instrucciones examinadas son correctas
en el “Triumph-Waggon del Antimonio” ... Aunque el
altamente elogiado efecto de los componentes descritos no ha sido
tomado en serio y ha sido descrito como tóxico, debería
ser considerado con estos nuevos aspectos. Debería investigarse
más el valor que pueden aportar a la medicina actual.”
Lo que aparentemente el Dr. Schein no sabía: Incluso hoy
en día las tinturas de antimonio son producidas para utilizarse
como remedio. Ya a comienzos del siglo XX Barón Alexander
Von Bernus, el alquimista más renombrado y fundador del
famoso “Laboratorium Soluna” en Donauwörth (Alemania)
redescubrió las antiguas recetas alquímicas del antimonio
de Basilius Valentinus para la terapia. Y hace unos dos años,
Achim Stockardt, el redescubridor de la Esencia de Oro de Paracelso “Aurum
Potabile”, también tuvo éxito en reproducir
estos grandes remedios de antimonio según fórmulas
antiguas de Paracelso: el aceite de antimonio combinado con la
quintaesencia del bálsamo hacen el “Oleum antimonii”.
Según la experiencia de doctores y de practicantes de la
curación, el antimonio alivia el dolor de las articulaciones,
la melalgia, y otras clases de dolor que puedan estar asociadas
con depósitos. Además de esto, afecta a la enfermedad
provocada tanto por bacterias como por virus. “Sin embargo,
no está claro si esto es debido a los anti-efectos directos
como los que ejercen los antibióticos, o si es responsable
la propia respuesta inmunológica del cuerpo,” admite
Anna Röcker, practicante de curación de Munich. Obviamente
Basilius Valentinus pensaba en una aplicación antibacteriana,
ya que él recomendaba su ingestión para una mejor
curación de heridas, “para que la fuente interna de
secreción de la herida se seque”. Anna Röcker
también utilizó con éxito componentes del
antimonio para infecciones micóticas tales como la micosis
intestinal o la Candida Albicans. Con el antimonio “el imán
del filósofo”) podría ayudar en realidad a “expulsar
todo lo impuro” como las bacterias, los virus y los hongos
así como ciertos depósitos metabólicos, tal
y como describieron Paracelso y Basilius Valentinus.
En su aspecto energético, el Antimonio es alquímicamente
considerado el “remedio de base sólida” por
excelencia. Así pues es capaz de reintegrar el cuerpo, el
espíritu y el alma en ciclos rítmicos en la tierra.
El símbolo tradicional del antimonio en la alquimia, el “orbe
imperial” con la cruz encima del globo, representa el efecto
integrador universal. Representa el poder de los cuatro elementos
relacionados con los ciclos de la naturaleza. Los ritmos del hombre
también le pertenecen como por ejemplo el ritmo de sueño
y vigilia. Por ello el antimonio se usa, por ejemplo, para los
desórdenes del sueño, los cuales pueden también
estar relacionados con hablar mal de otros.
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El antimonio como
el “lobo de los metales”: El antimonio separa el
oro de los metales impuros, lo cual se simboliza mediante el
lobo comiéndose al rey viejo y enfermo. Con una separación
posterior fundiendo el oro y el antimonio, se obtiene oro puro,
el cual se simboliza en el trasfondo por el lobo quemado y
el rey renacido surgiendo del fuego (de Michael Maier: “Atlanta
fugiens”). |
Rudolf Steiner, el fundador de la Antroposofía, afirmó que
la razón del gran poder universal curativo del antimonio
reside en una estrecha relación: Comparable al ser humano,
que se encuentra entre el reino animal y el de los ángeles,
el antimonio no es ni mineral, ni cristal ni metal – ambos
son “seres entre”, dijo. Por lo tanto Steiner pensó: “El
hombre en realidad es antimonio.”
Referencias
Arndt, Ulrich: Schätze der Alchemie: Edelstein-Essenzen, y
Schätze der Alchemie: Metall-Essenzen.
Ambos: Freiburg/Germany: Hans-Nietsch-Verlag
Informes de los experimentos sobre las esencias de Paracelso (sólo
en alemán): www.life-testinstitut.de y www.edelstein-essenzen.de
Bildquellen: ©Hans Nietsch Verlag
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